En esta ocasión la perspectiva de la entrada es bastante confusa incluso para mí. Las ultimas entradas han sido escritas por andar acompañadas de días maravillosos, alegres, luminosos y eléctricos, pero "no es oro todo lo que reluce", y los días intermedios a estos escritos suelen ser bastantes tristes y desoladores. Pero siempre es bueno sentir cosas de estas, desde ellas, desde el dolor, también se trabaja y se consiguen buenos resultados. Últimamente ando con los nervios destrozados, dolores de cabeza e insatisfechos, divididas en diferentes acontecimientos. Por otro lado, todo lo contrario, sensación de optimismo, rayos de luz que me atraviesan, ¡Demonios y truenos! Cuanto frió cuan calor.
Y que mejor que hablar de mi cerámica para saber sobre mi punto de cocción y creer en lo que no creer, en lo difícil para un artista, en el poder separar y dividir. Entender.Estas botellas ( se trabajó una pequeña serie) pertenecen al pasado invierno, y dentro del juego del recuerdo, y la vuelta a largas menciones, buscábamos asaltar ese formato tan concurrido y repleto de cualidades; ese recipiente cargado de vida y destrucción, sugestivo y amargo. Para ello recurrimos a diferentes elementos, barros finos que contrasten con otros duros, colores limpios con otros sucios, creciendo mediante construcción de capas, una tras otra, como pequeños tragos, largos, tambaleándonos en todo momento, pero intentando mantenernos recto. Grietas y arrugas combinan con sonrisas, mentiras y verdades. Una botella y todo lo que provoca y evoca. La zona sucia. Un camino y un clásico.


